Estas zonas representan el 9,6 % de la red viaria catalana y se caracterizan por ser carreteras de doble sentido y calzada única, por lo que pueden considerarse puntos de concentración de accidentes. Lo más trágico, es que siete de los tramos repiten dentro de la clasificación de los más peligrosos.

A ello se suma que 2.000 kilómetros de carreteras catalanas se califican de riesgo alto o muy alto. Las vías más peligrosas son la C-58 entre Cerdanyola y Barcelona y la C-31 entre El Prat y l´Hospitalet. A estos hay que añadir la ronda Litoral, donde el 87% de los accidentes mortales o con heridos tienen una moto implicada. Otros puntos de especial concentración de accidentes son la C-32 de Sitges a Esplugues, la N-II del Maresme y la ronda de Dalt.

El punto negro más peligroso de Cataluña se sitúa en la Rabassada, donde las sinuosas curvas han causado 16 accidentes con heridos graves en los tres últimos años.

Finalmente, entre los puntos negros más peligrosos se sitúa la BV-1221 que conecta Tarrasa con Matadepera, y que concentra el 67% del total.

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