Asociación Mutua Motera

      
 
 
Los Ángeles del Infierno, ¿de club motero a banda criminal?
  11 de Febrero de 2014
  Los Ángeles del Infierno, ¿de club motero a banda criminal?

Alertados por la Agencia Antidroga Americana (DEA), la Guardia Civil detuvo en nuestro país a dos estadounidenses y dos canadienses, pertenecientes a los Ángeles del Infierno, que pretendían coordinar el narcotráfico de cocaína entre Colombia y Galicia. El club motero parece que se ha convertido en banda criminal.

Esta es la última noticia de Los Ángeles del Infierno, la famosa banda de moteros que comenzó siendo un ejemplo de rebeldía ante la vida, con apariciones en películas de Hollywood y en los conciertos de Rolling Stones, y que han terminado convirtiéndose en una banda criminal internacional con más de 5.000 miembros.

UN POCO DE HISTORIA

Las bandas de moteros que surgieron hacia finales de los años 40 en Estados Unidos se extendieron por todo el territorio tras el final de la II Guerra Mundial. Se trataba de un grupo de ex pilotos militares que fundaron el primer club de Los Ángeles del Infierno en California, comprando las motos que había utilizado el Ejército norteamericano durante la contienda a precios muy económicos: Indians, Triumph y Harley Davidson. 

Rápidamente, se les fueron uniendo excombatientes de guerra que buscaban darle un sentido a sus vidas y obtener emociones fuertes. Los Ángeles del Infierno fue así un grupo que se terminó convirtiendo en los antisistema de la época, protagonizando numerosos episodios que copaban los titulares en los periódicos locales.

En cada región de Estados Unidos surgieron los “capítulos”, que se extendieron por el resto del orbe, primero Canadá y más tarde a Europa y el resto de América.

Hanebuth el jefe europeo de la organización como los hermanos Abdelghani y Khali Youssafi, también alemanes de origen árabe, fundaron en 2009 el capítulo de Palma de Mallorca en España, donde comenzaron controlando tres prostíbulos en los que "esclavizaban" a las mujeres con amenazas y torturas.


Fuente: El País