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E10: auge y caída de un biocombustible
  24 de Mayo de 2011
  E10: auge y caída de un biocombustible

En Alemania, país promotor de la protección del clima, los consumidores rechazaron el nuevo biocombustible E10. El caso pone en tela de juicio la viabilidad de los biocombustibles en general, opinan especialistas.

En teoría, la idea parecía irresistible: cimentar en las gasolinerías alemanas el uso del nuevo E10, con el cual se duplicaba la proporción de etanol en el biocombustible en relación con su antecedente directo, el E5, del cinco al diez por ciento.

Así, el Gobierno alemán esperaba presentar una medida masiva y concreta en la lucha por reducir las emisiones contaminantes y alcanzar las metas climáticas. Se apelaba sobre todo a la conciencia ecológica del consumidor alemán.

Pero ésta, como demostraron los bajísimos niveles de demanda, resultó más ambiciosa de lo que se pensaba. Los conductores alemanes no encontraron suficiente información que les permitiera estar convencidos de utilizar el nuevo biocombustible.

Por el contrario, evidencias muy sólidas le llevaron a rechazar las promesas del E10. La demanda fue tan ínfima, que la industria decidió suspender el suministro del biocombustible en Alemania.


Daños a motores y selvas

"Este biocombustible no sólo puede arruinar automóviles, sino también el medio ambiente", señalaba en diciembre pasado un artículo de la organización ecologista Greenpeace. En cuanto al primer factor, se había advertido a los automovilistas que el E10 no era adecuado para cualquier motor.

"En especial bajo presiones y temperaturas altas, el E10 puede tener efectos corrosivos sobre las piezas de aluminio", advertía a su vez la poderosa Asociación Alemana de Automovilistas (ADAC). "Un solo llenado de tanque puede ser suficiente para desatar procesos de corrosión" en los motores, se agregaba.

Por si esto fuera poco, la organización ecologista Greenpeace y otros especialistas ponen en tela de juicio los efectos del E10 y otros biocombustibles. "La contribución positiva de los llamados 'combustibles agrícolas' a la protección del clima es muy reducida", dice Martin Hofstetter, especialista de la organización ecologista en temas relacionados con la agricultura.

En el artículo citado, Hofstetter señala que "bajo determinadas circunstancias, este tipo de combustible puede incluso resultar dañino y puede acelerar el cambio climático, sobre todo porque para producir la materia prima de estos combustibles son destruidas grandes áreas de selvas."

Si se quisiera sustituir por completo combustibles como la gasolina (bencina) o el diésel en Alemania, no alcanzarían todas las superficies cultivables del país, dice Greenpeace.

Hoy, la Unión Europea ya necesita importar la producción de 35 millones de hectáreas de áreas cultivables no europeas para cubrir su demanda de materias primas, tanto para la alimentación como para la fabricación de biocombustibles.


La clave: reducir el consumo

"Aumentar las proporciones de etanol en los combustibles no constituye una medida sustentable para proteger la ecología", dice Hofstetter. "Más adecuado sería reducir el consumo de combustibles, fabricar autos más ligeros, hacer más estrictas las normas para permitir la circulación de los vehículos, y desarrollar nuevos conceptos de movilidad."

El fracaso del E10, y quizá de otros biocombustibles, puede ser integral. "En realidad nadie quería al E10", comenta el tema Werner Eckert, redactor de la emisora Südwestrundfunk.

"Los consumidores llegaron a las gasolinerías tan amedrentados, que prefirieron tomar el camino más corto: mover la mano unos centímetros hasta el surtidor de combustible tipo Super Plus."


Un fracaso lucrativo

Paradojicamente, dice Eckert, el abandono de la E10 podría resultar beneficioso para todas las partes involucradas, al menos en el corto plazo. "Los consorcios petroleros seguirán vendiendo la vieja gasolina Super y preferirán pagar una multa prevista por no cumplir la norma de ofrecer suficiente biocombustibles. Sin piedad alguna pasarán los dos centavos por litro a la cuenta del consumidor y con ello se olvidarán de la historia. Pagaremos por necesidad, y los ministros de Finanzas se alegrarán de obtener inesperados ingresos."

La moraleja también la proporciona el analista Werner Eckert: "Quien quiera proteger el clima, deberá rebajar el consumo de combustible, ya sea usando menos el auto o con la ayuda de motores más ahorrativos. Cualquier otro intento está condenado al fracaso."

Autor: Enrique López - Editor: Pablo Kummetz