Los carteles de próxima presencia de un radar tiene un efecto de calmado del tráfico tan beneficioso como fugaz, pues dura lo que tarda el conductor en alejarse del radar. El incremento de velocidad posterior suele ser progresivo pero a los pocos minutos se vuelve a la velocidad de crucero susceptible de ser multada.

En algunas localizaciones se ha comenzado a utilizar radares consecutivos o como prefieren denominarlos “radares en cascada”. Cuando se desconoce su existencia estos radares suelen cazar a todos los infractores, porque justo cuando ya piensan que ha pasado el peligro se encuentran con un segundo radar, y a pocos kilómetros, un tercer o un cuarto radar nos recuerdan la necesidad de respetar los límites de velocidad establecidos para la vía.

Los radares en cascada pueden ser fijos o móviles, y la variedad más dramática, por impredecible, es la que está compuesta por radares fijos y móviles.

Dicho sistema ha comenzado a funcionar recientemente en algunos puntos de nuestra geografía que la DGT no ha hecho públicos, pero que podrían suponer la avanzadilla de una próxima generalización.

Fuente