El motosharing es el que registra niveles más elevados de accidentalidad por delante de otros sistemas de vehículo compartido como el carsharing (8%) o el bicisharing (7%), según el primer estudio sobre el uso de vehículos compartidos en Barcelona elaborado por el RACC.
La complejidad de la conducción de una moto en ciudad es lo que lleva a cifras tan altas de accidentalidad entre los usuarios de las plataformas de motos compartidas. El 56% de lo usuarios no tienen el carné B y el 53% reconoce no tener experiencia previa de conducción. En un 19% de los casos admiten no tener ningún tipo de experiencia previa en la conducción de motos.
La mayor parte de usuarios de motosharing son menores de 35 años (69%) que han cambiado el uso del transporte público (47% de los casos), de la bicicleta (11%) o de caminar (19%), por la moto.
En contraposición los usuarios del carsharing son mayores de 35 años en un 61% de los casos. La mayor parte por motivos laborales en distancias considerables (más de 20 kilómetros).
La moto compartida se utiliza principalmente para ir a trabajar al centro de la ciudad (47% de los usuarios) y solo el 15% para ir a los centros de estudio. Los trayectos suelen ser más cortos 10 kilómetros o menos.
Los usuarios del motosharing critican la falta de disponibilidad de los scooter eléctricos (68%) y el 56% problemas con el funcionamiento de la app. En el carsharing la falta de vehículos vuelve a ser el principal problema que denuncian los usuarios (56%), y el funcionamiento de la app solo es un problema para el 37% de los mismos.
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