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18 de Junio de 2019
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La infraestructura de recarga, punto débil de las emisiones cero

El auténtico cuello de botella que evita una mayor expansión de la comercialización de vehículos eléctricos es la ausencia de una red de puntos de recarga equiparables a la asentada red de gasolineras de los automóviles de combustión.

Si bien es cierto que las gasolineras han ido implantándose a lo largo de todo un siglo, las infraestructuras de recarga eléctrica son más sencillas de implementar por la facilidad del transporte de la electricidad, por el pequeño tamaño de los cargadores y por unas normas de seguridad más laxas que con la gasolina.

Pero su alto coste inicial, la financiación, los trámites burocráticos y la disponibilidad de equipos, frenan una mayor implantación. Para contribuir al esfuerzo que realizan los fabricantes de vehículos eléctricos, los políticos deberían buscar soluciones a los problemas que aquejan estas infraestructuras.

La principal dificultad es la de coordinación entre los suministradores de electricidad (recarga inteligente), los fabricantes de equipos, los inversores y las diferentes Administraciones locales y nacionales. Así en determinadas ciudades se ven iniciativas conjuntas que pretenden ser la guía para el resto de Europa.

La idiosincrasia de la recarga de los vehículos eléctricos es considerablemente diferente a la de uno de gasolina, sus puntos de suministro más prácticos son los situados en aparcamientos (públicos y privados), y en las grandes superficies donde el usuario pasa mucho tiempo  habitualmente, hablamos de los hipermercados, centros de ocio, museos, centros educativos, administrativos, etc.

El 55% de la población mundial vive en zonas urbanas, en 2050 será el 68%, y los nucleos poblacionales están lo suficientemente cerca entre sí como para que no sean imprescindibles las estaciones de servicio intermedias en la mayor parte de las carreteras. Las estaciones de recarga del futuro son simple y llanamente, los aparcamientos situados en las diferentes localidades.

Un gran ejemplo lo podemos encontrar al otro lado del Atlántico, donde una de las mayores redes de recarga de vehículos eléctricos se está instalando en los aparcamientos de los hipermercados Walmart, situados a las afueras de prácticamente todas las ciudades de los EE UU. Una medida seguida a pequeña escala por El Corte Inglés en España.

Lo que sí parece claro es que las estaciones de recarga situado en autopistas y autovías contarán con equipos de recarga ultrarápida de alta potencia con corriente continua (en los centros urbanos predominarán los de carga rápida y semirrápida de corriente alterna). Unos sistemas que todavía no son capaces de aprovechar al 100% los vehículos modernos, pero que limitan el tiempo necesario para las recargas parciales a menos de 30 minutos.

A nivel de motos y ciclomotores todavía no está claro si se impondrá un sistema de recarga por enchufe a la red (como el de los automóviles), o el más práctico e instantáneo cambio de baterías en un intercambiador. Este último ha sido implantado con gran éxito por Gogoro en Taiwan, y está siendo adoptado por cada vez más fabricantes como Yamaha, Kymco o Silence en España.

Así las cosas, el despliegue de puntos de recarga es muy diferente de unas regiones europeas a otras: mientas que la Europa occidental y los países del norte están muchos más avanzados, la Europa central, la oriental y el sur acumulan grandes retrasos. En el caso de Alemania, con 83.000 coches eléctricos en sus carreteras (el 1% de su parque automovilístico) y 17.400 puntos de recarga públicos, uno por cada cinco vehículos en circulación.

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