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5 de Febrero de 2016
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Joven, mujer, motera y pakistaní el cóctel de una Heroína

Ser una joven motera ya no nos sorprende en absoluto a los españoles, pero que lo sea en Pakistán, uno de los países islámicos con más restricciones para las mujeres, es de auténtica heroína, y queremos hacernos eco de su valentía.

Tras la muerte del padre de Zenith Irfan, la joven paquistaní decidió cumplir el deseo de su padre de recorrer el mundo en motocicleta. Un viaje que tiene aún más riesgo para una chica que proviene de un país en el que las mujeres deben salir siempre acompañadas.

La estudiante de 21 años de edad y natural de Lahore (norte de Pakistán), lleva dos años convertida en una intrépida motociclista que recorre los rincones más peligrosos del mundo a lomos de su motocicleta.

Su viaje supone un hito para la transformación del papel de la mujer en la sociedad y es todo un canto a la libertad

Todo empezó en 2013 cuando su hermano pequeño compró una motocicleta de 70 cc y su madre le instó a enseñarle a conducir a nuestra protagonista Irfan para que pudiera hacer mandados en los alrededores de Lahore: “Al principio, fue una gran lucha para mí. Realmente me sentía confundida sobre cómo manejar las velocidades, el embrague y los frenos. Fue muy confuso y frustrante pero después logré dominarlo”.

Pero el pasado verano decidió romper las cadenas y decidió aventurarse más lejos, realizando un viaje de seis días sola por la región de Cachemira (región del noreste pakistaní en la que se pensaba que podía esconderse Bin Landen junto a su sequito de talibanes).

En éste primer viaje, se dirigió a Islamabad (Capital de Pakistán), para luego viajar hacia las laderas occidentales del Himalaya…¡me sentía libre!, prosigue Irfan, “cuando estaba en la carretera, fue como que si mi mente, mi cuerpo y mi alma se unieran".

Tras el primer viaje realizó otro más largo de 3.200 kilómetros en agosto de 2015, llegando hasta el paso de Khunjerab en la frontera con China. Fueron 20 días en los que los lugareños más hostiles incluso la amenazaron con piedras. Su principal preocupación, añade, era ser una mujer motera en lugares donde esto puede causar indignación.

“No hay muchas mujeres motociclistas aquí, ese es un segmento muy pequeño de la sociedad", dice Irfan, explicando que esconde su feminidad bajo el casco, las botas y la chaqueta. A pesar de ello, en una ocasión le espetó un hombre “¡las chicas no conducen motocicletas!”.

Pero… "me iba tan rápido que no les daba tiempo para digerir el hecho de que yo era una mujer que les estaba pidiendo direcciones", comenta Irfan.

Fuente: CNN.COM

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