Anna recuerda que de pequeña ya le gustaba viajar con su padre, le gusta especialmente el “ir” más que el “llegar”, y ahí comenzó su pasión por los viajes. Aunque su pasión por las motos llegó más tarde, cuando en 2005 inició su aprendizaje sobre dos ruedas con una Kawasaki Eliminator 125, a la que siguió la Vulcan 900.
Con la Vulcan comenzó a conocer otros países, normalmente durante sus periodos vacacionales. Pero Anna quería cambiar eso y convertir sus rutas en moto en el día a día, y lo conisguió con la KTM.
Ha circunvalado el mundo en cuatro años y medio realizando más paradas que ningún otro aventurero, y por ahora no parece que tenga ganas de parar… solo le queda el Viejo Continente a donde ha llegado desde Egipto.
Ana revive el viaje como algo compartido, en el que a parado frecuentemente para hablar con las gentes del lugar, historias que le dan aliento y la animan por igual. Quiere trasmitir el mensaje que los sueños son realizables, que cualquier puede cambiar su rutina, su estilo de vida y convertir el sueño en realidad.
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