Tomando como ejemplo el motor de 193 CV de una BMW S1000RR (2011), la relación peso potencia de su mecánica es de 2,4 kW por kilo (3,3 CV/ Kg), en comparación, el motor de Magnax desarrolla 9 kW/kg (12,2 CV/ Kg).
Una diferencia muy notable, que lo es más si en lugar de hablar de potencia continua hablamos de potencia pico. Lo motores eléctricos pueden conseguir el doble de potencia durante cortos periodos de tiempo (unas docenas de segundos). Por ejemplo, un motor de 90 CV podría llegar a desplegar 180 CV durante 20 segundos, después las necesidades de refrigeración exceden las del propio sistema y el motor podría recalentarse en exceso.
Estas características convierten a los motores axiales de trasmisión directa en los mejores candidatos para la automoción. Ya son muy buscados por los fabricantes de aerogeneradores, pero podrían hallar pronto un gran mercado en las motos, siempre buscando el máximo rendimiento con el menor peso.
Otros tipos de vehículos con problemas similares como las avionetas o los automóviles deportivos son parte de su mercado potencial a corto plazo. Su ligereza podría compensar en gran medida el sobrepeso que suponen las baterías en los vehículos eléctricos.
Los motores eléctricos de flujo axial necesitan menos cobre porque optimizan el bobinado, lo que redunda en un precio más económico. Y su eficiencia térmica roza la perfección con pérdidas que apenas superan el 3-5%. Un motor de gasolina pierde el 75% de la energía en forma de calor residual.
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