En ciertas zonas de Japón comienza a verse una falta de abastecimiento, encontrando pueblos cuya gasolinera más próxima está a 150 km de distancia.
Tras la continuada debacle de las estaciones de servicio confluyen múltiples factores. Una nueva normativa que regula los depósitos subterráneos de combustible que convierte a los más antiguos en muy caros de mantener por la necesidad de reformas, o la creciente tendencia de los japoneses de no adquirir un vehículo en propiedad.
También importante, aunque aún no determinante, es la creciente demanda de vehículos híbridos y eléctricos que no necesitan repostar tan frecuentemente o que no lo hacen en absoluto. Así la demanda de gasolina disminuye a un ritmo del 1% anula y las energías renovables incrementan su penetración en el mercado.
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