Para ello se utilizará el arma fiscal y los incentivos para las energías renovables, con el fin de que el 80% de la energía sea de origen renovable en 2050. Tendrán que ser medidas más tajantes que las actuales, que según pronostican solo conseguirá rebajar las emisiones en un 60% para 2050. Una cifra muy alejada del Acuerdo de París que pretende frenar el incremento de temperaturas a un rango de 1,5 a 2 grados centígrados.

En contra tendrán a dos de los principales motores económicos de las últimas décadas, el mundo de la automoción y las petroleras. El sector del automóvil y la motocicleta ya planta cara a los gobiernos de los diferentes países alegando que un 100% de vehículos eléctricos en 2040 es una utopía difícil de cumplir.

En España, la futura Ley del Cambio Climático puede ser un gran acierto o un obstáculo económico. En nuestro país falta infraestructura de recarga, plan de expansión de la generación eléctrica a largo plazo y programas de reubicación de los 300.000 puestos de trabajo derivados de la “vieja economía”, más contaminante.

A más largo plazo hay que pensar en el beneficio económico de no incurrir en los daños ocasionados por el cambio climático, unos 240.000 millones de euros anuales si fracasa el Acuerdo de París. Por no hablar de las muertes prematuras debido a la contaminación ambiental y su lastre para familias y países.

Una vez se ratifique el Plan, la maquinaria europea se pondrá en marcha para legislar con el objetivo de cero emisiones en el horizonte. ¿Nos llevarán los legisladores a buen puerto?

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