El Ministerio del Interior francés ha publicado la cifra de fallecidos en carretera en 2018, mostrando un descenso de 189 fallecimientos respecto a 2017. Pero… ¿es realmente achacable al descenso de velocidad máxima?

Las cifras de las estimaciones provisionales del Observatorio Nacional Interministerial de Seguridad Vial (ONISR), muestran una reducción del 5,5% tras un cambio de tendencia, que se volvió ascendente a partir de 2013, pero que se ha mantenido sin  grandes cambios desde 2016. Si en 1973 se registraban 16.881 personas fallecidas en las carreteas, en 2013 (punto más bajo) eran 3.268. Lugo subió moderadamente hasta las 3.448 de 2017, pero aún dista de las cifras de los años 70.

El último dato de siniestralidad resulta especialmente interesante si tenemos en cuenta que tanto el parque de vehículos (+7%) como la movilidad de los franceses, ha crecido en los últimos cinco años y ello no ha venido aparejado de un incremento de la mortalidad.

De los 189 fallecimientos menos en 2017, 168 se registraron en las carreteras secundarias, mostrando una caída neta a partir del mes de julio, cuando entró en vigor la medida de los 80 km/h.

¿Influye o no? El debate sigue abierto y la respuesta es cuando menos discutible. Francia vive una auténtica convulsión política que ha llevado a la Quinta República a una de las peores crisis de su historia, con el movimiento de los chalecos amarillos y tensiones continuas en las calles. Esto ha llevado aparejado muchos días con un tráfico inferior a la media o con velocidades muy inferiores a las habituales, y no precisamente por el cambio de normativa en las carreteras.

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