Juan José confiesa para la COPE su calvario desde que en 1993 decidiera bajar con su novia a Motril para pasar la tarde junto al mar. Lo que tendría que haber sido una placentera tarde se convirtió en una pesadilla de años en la que tuvo que aprender a vivir sin piernas.
Desde el primer momento, el sufrimiento fue mayúsculo: “cuando desperté en la cama del hospital y vi el hueco en mis piernas, la sensación fue horrible. Muchas preguntas y ninguna respuesta. Durante los dos años siguientes, empecé a caminar con las prótesis. A día de hoy, es lo que me permite moverme y evitar, en la medida de lo posible, el uso de la silla de ruedas.”
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